Hace un mes conocíamos la noticia de que Google suspendía la venta de las Google Glass. El prototipo había levantado todo tipo de expectativas y se postulaba como una revolución en el mundo de la tecnología wearable – los dispositivos que se incorporan como parte de nuestro cuerpo –.
Sin embargo, parece que las gafas de Google no contaron con la aceptación que esperaban entre el gran público e, incluso, el CEO de Apple, Tim Cook, declaraba que siempre supieron que iban a ser un fracaso. Analizamos cuáles han sido los puntos flacos de este proyecto que, tras perfilarse como una revolución en el mundo de los dispositivos móviles, ha acabado por desvanecerse, pese a que Google afirma que siguen trabajando en las Google Glass, con la finalidad de mejorar el prototipo para que levante el interés de los usuarios a una escala masiva.
1. El gran público no llegó a conocer qué eran y cómo funcionaban.
La campaña de Google para dar a conocer las Google Glass se basó en contar con personalidades públicas como embajadores del producto. Esto llegó a conferirles un gran protagonismo mediático, pero no logró que el gran público pudiese hacerse una idea del funcionamiento del dispositivo o de sus bondades. El mensaje que se extraía de esta campaña de marketing era, en resumen, vago: se nos muestra un producto innovador, espectacular y revolucionario, pero nunca alcanzamos a saber por qué. Google, en su campaña de marketing, dejó de lado lo más importante: hacer que el consumidor potencial comprenda cuáles son las ventajas y funcionalidades de un producto. ¿Por qué, si no, iba el consumidor a pagar unos mil quinientos dólares por un dispositivo?
2. Las complicaciones para adquirir el producto.
Conseguir unas Google Glass, aunque se quisiera, fue en todo momento una tarea complicada. Si bien restringir su compra en un principio, teniendo en cuenta que se trataba de un prototipo, podía tener sentido, tras su difusión lo más lógico habría sido ponerlas a la disposición del gran público. No obstante, lo que sucedió fue que, tras levantar muchas expectativas, su disponibilidad llegó tarde y no consiguió consolidarse como un producto útil en el día a día.
3. Las gafas: un complemento intrusivo.
Todo aquel que use o haya usado gafas sabe que, por muy ligeras y discretas que sean, son un complemento engorroso que resulta incómodo en muchas situaciones. El hecho de que se coloquen en la cara, justo delante de los ojos, y que sean visibles en todo momento hace que llevarlas sea una decisión atrevida, ya que llama la atención y puede inquietar a las personas de nuestro entorno.
4. Problemas legales y de privacidad.
Las Google Glass despertaron pronto inquietudes en materia legal y privacidad. Por ejemplo, su uso se vería restringido en espacios donde el uso de su cámara pudiese suponer una infracción de la propiedad intelectual, como los cines o teatros. Además, la facilidad para tomar fotos sin que la acción fuese detectada, algo que podría incomodar a las personas alrededor de alguien que las llevase puestas.
¿Qué lecciones podemos extraer de este fracaso a la hora de plantearnos una estrategia de marketing?
Por una parte, el lanzamiento progresivo de un producto no suele conseguir atraer tanta atención como una presentación con una fecha fija, en la que se presenta el producto, sus características y sus funcionalidades en detalle, de cara a todos los públicos, tal y como hace Apple. Apple ha sabido generar, mediante sus presentaciones prefijadas, la expectación de usuarios, medios de comunicación y expertos, algo que suele conllevar una mayor repercusión.
Por otra, parece que Google no supo transmitir por qué un usuario debería querer llevar puestas unas Google Glass. Más que un wearable práctico que puede hacerte la vida más cómoda, las Google Glass parecían parte de un disfraz de entusiasta tecnológico de un futuro no demasiado lejano. Ante todo, en el caso de los wearables, la finalidad es que el consumidor este dispuesto a llevarlo puesto de una forma orgánica y poco intrusiva, algo en lo que las gafas de Google no encajaban
La imposibilidad de adquirirlas, además, hizo que toda la expectación que se levantó acerca de ellas se quedara en eso, y la posibilidad de adquirirlas o utilizarlas nunca se llegó a instaurar como una posibilidad real para el gran público. Además, puede resultar positivo utilizar a personalidades para promocionar un producto, pero, ante todo, una buena estrategia de marketing debe tener un trasfondo pedagógico. Google no llegó a explicar en profundidad y de forma comprensible cuáles eran las ventajas de utilizar su producto, por lo que los usuarios no acabaron de interesarse por él.